Ya las mujeres del antiguo Egipto
disponían de prácticamente tantas opciones anticonceptivas como las de
hoy. Por ejemplo, aplicaban a sus genitales granos de escanda (una
especie de trigo duro), o insertaban en la vagina un tampón de lana
empapado en zumo de yemas de acacia y miel. Un zumo que produce ácido
láctico, que yoy se sabe que es un poderoso espermicida. Mucho más
atinadas estaban que otros considerados como grandes sabios por la
humanidad. Dioscórides, médico y poeta griego del siglo II a.C.,
recomendaba a los caballeros para evitar tener hijos no deseados,
colocar debajo del colchón un ramito de peonías. A las mujeres, les
aconsejaba, con el mismo fin, apretar con fuerza en la mano izquierda un
cuarzo de mar durante la relación.
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