Serpientes (Sab 16,5-14; 2 Re 18,4)
NÚMEROS 21,4Desde
el Monte Hor se encaminaron hacia el Mar Rojo, rodeando el territorio
de Edom. El pueblo estaba extenuado del camino, 5y habló contra Dios y
contra Moisés:
-¿Por qué nos has sacado de Egipto, para morir en el desierto? No tenemos ni pan ni agua, y nos da náusea ese pan sin cuerpo.
6El Señor envió contra el pueblo serpientes venenosas, que los
mordían, y murieron muchos israelitas. 7Entonces el pueblo acudió a
Moisés, diciendo:
-Hemos pecado hablando contra el Señor y contra ti; reza al Señor para que aparte de nosotros las serpientes.
8Moisés rezó al Señor por el pueblo, y el Señor le respondió:
-Haz una serpiente venenosa y colócala en un estandarte: los mordidos de serpientes quedarán sanos al mirarla.
9Moisés hizo una serpiente de bronce y la colocó en un estandarte.
Cuando una serpiente mordía a uno, él miraba a la serpiente de bronce y
quedaba curado.
EXPLICACIÓN.
21,4-9 La anécdota está sin determinación local; pudo ser un intento de
explicar etiológicamente la presencia de una imagen de serpiente en el
templo, de la que habla 2 Re 18,4. El adjetivo "venenoso" o ardiente es
en hebreo serapim, que en su origen pudo referirse a animales
fantásticos, dragones de fuego. No sabemos cuánto hay de recuerdo
histórico y cuánto de fantasía en el relato de la plaga.
En cuanto al remedio, responde a creencias populares el representar al
causante de daño para conjurarlo: al tenerlo en imagen, el hombre lo
controla. En sí es una especie de homeopatía mágica. Pero el autor hace
intervenir a Moisés intercediendo y al Señor dando virtud al remedio y a
los israelitas confesando el pecado. Sab 16,5-14 ofrece un comentario
al episodio quitando a la imagen toda virtud mágica. Juan da una
interpretación cristológica describiendo a la serpiente en el estandarte
como imagen de Jesús en la cruz (Jn 3,14).
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