Desde lo más profundo
y remoto del cristianismo nos llegan claras voces femeninas que
reivindican restaurar su papel activo en la jerarquía de la Iglesia.
Las catacumbas de
Priscila, construidas en Roma para enterrar a los primeros cristianos,
contiene espléndidas obras de arte paleocristiano. Esta fantástica
necrópolis de trece kilómetros de galerías subterráneas no hace mucho
fue restaurada, recuperando todo su esplendor. Así, muchas miradas han
vuelto a reparar en dos representaciones muy especiales que muestran
mujeres con sotana dirigiendo una eucaristía. Uno de estos frescos está
en la hermosa sala de la Capilla Griega, denominada la "capilla sixtina
del arte paleocristiano". Pero la escena más explícita se encuentra en
el Cubículo de la Velatio. Allí vemos a una mujer con sotana y con los
brazos abiertos del mismo modo en que hacen los sacerdotes cuando
ofician misa.
Fabricio Bisconti,
superintendente de la Pontificia Comisión de Arqueología Sacra del
Vaticano, replica, cada vez que tiene ocasión, a quienes insisten en
hacer hincapié en los particulares frescos, diciendo que solo hacen
referencia a una "leyenda", vilipendiando públicamente a los primitivos
cristianos.
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