El control de la
sexualidad femenina se remonta casi a los orígenes de la civilización.
Según los historiadores, en Oriente, las prácticas para evitar que la
mujer tuviera relaciones con otros hombres que no fuera el cónyuge eran
bastante habituales y en ciertas ocasiones, crueles.
Así, por ejemplo, para evitar embarazos entre las esclavas sudanesas se les cosía literalmente
el órgano sexual con anillos de metal, e incluso en casos extremos,
concretamente en los harenes, se utilizaban métodos más drásticos como
destruir el clítoris y la vagina.
Sin embargo. el
control genital que más aceptación obtuvo en Occidente fue sin lugar a
dudas el cinturón de castidad. Este instrumento de origen semita, fue
introducido en Europa en la Edad Media, tras las Cruzadas en Tierra
Santa El cinturón consistía en un estuche de metal -hierro o plata- que
se ceñía al cuerpo de la dama.
Para reforzar
los mecanismos de seguridad, una gruesa barra pasaba entre las piernas,
lo que hacía difícil el caminar. Esta tortuosa coraza sólo tenía dos
rendijas, que permitían la evacuación corporal, pero que a la vez
impedían la penetración de cualquier objeto, ya que estaban flanqueadas
por afiladas púas.
Mientras
llevaban colocados estos aparatos, las mujeres no podían asear sus
partes intimas, lo que constituía un foco de infecciones.
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