Existieron y existen. Budismo, taoísmo, jainismo y confucianismo son ejemplos de religiones no teístas, o sea, que no están organizadas en torno a la idea de un dios creador.
Buda no creía en dios, sino en la liberación de la incesante transmigración de las almas. Básicamente, estas religiones sin divinidades que adorar están fundadas en la introspección, el desarrollo espiritual del individuo y su perfeccionamiento moral. Cuando la Revolución francesa abolió el catolicismo, hubo quienes pensaron que el pueblo no podía vivir sin dioses, así que en noviembre de 1793 se proclamó oficialmente el culto a la diosa Razón. Un actriz vestida de deidad fue entronizada en el Congreso (La Convención Nacional) y luego los representantes del pueblo marchaban en procesión a su templo, donde cantaron el himno de la libertad. De esa religión nació una secta, los teofilántropos, con voluntad de sustituir la religión por la moral. Pero sólo duraron cinco años.
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