Eldad y Medad (Números 11).
26Habían quedado en el campamento dos del grupo, llamados Eldad y
Medad. Aunque estaban en la lista, no habían acudido a la tienda. Pero
el espíritu se posó sobre ellos, y se pusieron a profetizar en el
campamento. 27Un muchacho corrió a contárselo a Moisés:
-Eldad y Medad están profetizando en el campamento.
28Josué, hijo de Nun, ayudante de Moisés desde joven, intervino:
-Prohíbeselo tú, Moisés.
29Moisés le respondió:
-¿Estás celoso de mí? ¡Ojalá todo el pueblo fuera profeta y recibiera el espíritu del Señor!
30Moisés volvió al campamento con los dirigentes israelitas.
Explicación.
11,26-30 Pero sucede un epílogo inesperado. Probablemente un relato
autónomo de vocación, que el autor ha introducido aquí por el tema
común. Precisamente por lo inesperado, nos enseña una lección
importante. Eldad y Medad, en la mente del autor, estarían en la lista
total de ancianos hábiles, pero no en la lista de los setenta escogidos.
El espíritu les invade fuera de la liturgia, fuera de la tienda, fuera
de la forma colegial; el espíritu se salta las reglas prescritas. El
espíritu es libre, soberano; está por encima de Moisés y de la palabra.
Josué siente celos por el prestigio de su maestro; piensa que Moisés
tiene que imponer su autoridad y prohibir absolutamente tales
manifestaciones, para que el espíritu quede circunscrito al grupo que el
mismo Moisés ha convocado y consagrado. Moisés responde con talante
magnánimo. Su petición se vuelve anuncio en Jl 3,1-2 y cumplimiento en
Hch 2.
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