La
tradición de utilizar botellas de champán para botar barcos deriva de
una práctica de la antigüedad que consistía en estrellar a un muchacho
contra el casco del nuevo navío, como sacrificio a las deidades.
Si
el joven no moría en este sangriento rito, el barco estaba señalado por
la mala fortuna. Con el tiempo se cambió por una botella de champán
aunque se siguió manteniendo el rito como una forma de bautismo pagano
en que a los barcos se les otorga un nombre que no debe ser cambiado
nunca, bajo pena de convertirlos en buques malditos.
Al
igual que cuando el "muchacho", es un mal augurio qu el vidrio no
llegue a quebrarse. En estos casos el barco recibe el apelativo de
"moro", es decir, "no bautizado".
No hay comentarios:
Publicar un comentario