Tan solo en
la Residenza Paolo VI, situada en la mismísima plaza de San Pedro. El
edificio, que antes fue sede de la Curia del Generalato Agustiniano, se
convirtió en hotel de cuatro estrellas con motivo del Año Santo 2000. A
las puertas del cielo dicen sentirse quienes se sientan en la terraza,
que, situada por encima de la famosa columnata, avista el grandioso
panorama de la basílica, el Palacio Apostólico y la monumental plaza.
Un total de veintitrés habitaciones dobles y sencillas, dos triples, dos deluxe, dos júnior suites, seis deluxe superior (con nombres de pintores italianos) conforman una oferta con el lujo clásico esperado en semejante ubicación.
El desayuno se sirve en la última planta, en la llamada Sala Bernini, lugar asimismo de las cenas y agraciado también por la hermosa vista.
El hotel pertenece a la Administración vaticana, lo que queda evidenciado en los cuadros de papas y también en la hoja de oración que, en vez del periódico, es introducida por debajo de la puerta de las habitaciones.
Un total de veintitrés habitaciones dobles y sencillas, dos triples, dos deluxe, dos júnior suites, seis deluxe superior (con nombres de pintores italianos) conforman una oferta con el lujo clásico esperado en semejante ubicación.
El desayuno se sirve en la última planta, en la llamada Sala Bernini, lugar asimismo de las cenas y agraciado también por la hermosa vista.
El hotel pertenece a la Administración vaticana, lo que queda evidenciado en los cuadros de papas y también en la hoja de oración que, en vez del periódico, es introducida por debajo de la puerta de las habitaciones.
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