Una de las estatuas más
famosas de Edimburgo es la del perro Bobby. Según parece, este pasó
catorce años visitando la tumba de su dueño hasta su muerte, en 1972.
Una historia parecida rodea a Hachiko, otro can, en Japón.
Bobby.
Estas y otras anécdotas tienen sentido: unos investigadores de la Claremont Graduate University, en EE.UU., han demostrado desde un punto de vista químico que los animales domésticos sienten afecto por sus amos. Los expertos analizaron la variación en los niveles de oxitocina -una hormona relacionada con el afecto en mamíferos- en una muestra de perros y gatos antes y después de jugar con unas personas. Así, observaron que la concentración de la sustancia aumentaba cuando entraban en contacto con ellas, al igual que nos ocurre a nosotros al relacionarnos con un ser querido. De igual modo, un estudio publicado en Animal Cognition apunta que los perros que se aproximan a las personas que lloran lo hacen debido a una respuesta emocional y no por curiosidad.
Hachiko.
Bobby.
Estas y otras anécdotas tienen sentido: unos investigadores de la Claremont Graduate University, en EE.UU., han demostrado desde un punto de vista químico que los animales domésticos sienten afecto por sus amos. Los expertos analizaron la variación en los niveles de oxitocina -una hormona relacionada con el afecto en mamíferos- en una muestra de perros y gatos antes y después de jugar con unas personas. Así, observaron que la concentración de la sustancia aumentaba cuando entraban en contacto con ellas, al igual que nos ocurre a nosotros al relacionarnos con un ser querido. De igual modo, un estudio publicado en Animal Cognition apunta que los perros que se aproximan a las personas que lloran lo hacen debido a una respuesta emocional y no por curiosidad.
Hachiko.
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