Mares, lagos, ríos e incluso pantanos han sido venerados desde tiempos remotos por numerosas culturas. Los antiguos griegos, por ejemplo, erigían estatuas votivas e inmolaban animales para ganarse el favor de las divinidades fluviales.
Entre los pueblos celtas se solían ofrendar tesoros a los espíritus de las aguas, a los que, en ocasiones, también se ofrecía sacrificios humanos. Así, ene l pozo de la diosa Coventina, en Northumberland (Reino Unido), aparecieron 16.000 monedas, depositadas allí entre los siglos I y V.
En todo caso, se trataba de un ritual mágico con el que se intentaba evitar un mal, o más a menudo, pedir un deseo, tradición que aún se conserva hoy en día.
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