sábado, 24 de febrero de 2018

CALENDARIOS SOLARES.

         
         Con la llegada de la agricultura y la ganadería, nuestros antepasados tuvieron la necesidad de controlar el tiempo, los días y las estaciones. Querían saber cuándo debían plantar, cuándo cosechar y cuándo se iniciaba el frío invierno, y para ello se fijaron en el cielo. La élite religiosa aprendió no solo que la luna iba cambiando su forma según avanzaba el mes, sino que comenzó a fijarse en la duración de los días, detectando los solsticios de verano e invierno y los equinoccios de primavera y otoño.
       Aunque parezca paradójico, la llegada de la agricultura significó muchas veces hambre y miseria, ya que aun controlando los días, no podían predecir el tiempo, ni medir la calidad del suelo para cultivar y no podían dominar las plagas de insectos. Tener o no una cosecha no solo dependía de los días. Por este motivo es muy posible que crearan una religión y un sistema de distracción de la población en torno a los ciclos solares.
     Mientras había hambrunas o no era tiempo de cosechas, la élite ordenaba construir o levantar grandes monumentos con bloques de piedra denominados megalitos. A veces estos se usaban en tumbas colectivas -sobre todo en tiempos tempranos-, pero después las construcciones pasaron a funcionar como un calendario, así que se colocaban de tal manera que una o varias de las piedras se iluminaban o señalaban un punto concreto con su sombra durante algunos días al año al amanecer o al atardecer coincidiendo con los solsticios o equinocios.
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Dolmen de Menga.

     Dolmen de Antequera.

             Existen numerosos casos en Europa -el más conocido es el de Stonehenge-, pero en España también hay ejemplos como son los dólmenes de Antequera. Estas comunidades debían arrastrar, mediante un sistema de cuerdas y troncos por el suelo, bloques de más de siete metros de altura y de hasta de ciento ochenta toneladas de peso, y colocarlas en vertical por medio de rampas y zanjas. Estos dólmenes también tienen orientaciones hacia los equinocios y solsticios, como por ejemplo el dolmen de Viera (Antequera), que ilumina su interior durante el equinocio de otoño.

CURIOSIDADES DE LA HISTORIA CON EL MINISTERIO DEL TIEMPO.

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