Las plantas no tienen boca, ni
siquiera sistema digestivo, pero algunos árboles al crecer llegan a
engullir los objetos que se encuentran en su área de expansión y que
acaban formando parte de su anatomía. El fotógrafo alemán Olaf
Willenbrock recoge doscientas imágenes de este curioso fenómeno en
diversos lugares del mundo. En un bosque de la región rusa de Nevsky
Pyatachok, los troncos exhiben rifles, cascos, granadas o bombas de la
II Guerra Mundial, al igual que los árboles de la selva de Camboya están
devorando con sus ramas y raíces las ruinas de los templos de Angkor.
Otro ejemplo de voracidad leñosa se
encuentra en las inmediaciones de Gütenbach, en la Selva Negra alemana.
Allí, un árbol encierra una efigie de Cristo conocida como Balzer
Herrgott. Se trata de los restos de una cruz de piedra situada en una
granja vecina que fue destruida por una avalancha en 1844. Solo se salvó
el rostro, que fue trasladado a su ubicación actual y amarrado a un
árbol que, a medida que ha ido creciendo, lo ha integrado en el tronco
hasta dar lugar a la imagen de la foto que os he colgado.
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