Cuando
hablamos de Barba Azul nos referimos al famoso cuento que Charles
Perrault publicó en 1697 en el que narraba la historia de un marido que
asesinaba a sus esposas y escondía sus cadáveres en una habitación,
hasta que una de ellas lo descubrió. Su poderoso atractivo radicaba en
su misteriosa barba de color azul.
Pues bien, muchas
veces los cuentos y las historias no aparecen de la nada o no se fraguan
íntegramente en la mente de su autor, sino que en ocasiones tienen una
base real detrás, casi más macabra que el propio cuento. Y esto es más o
menos lo que sucede con el noble francés Gilles de Rais, inspirador de
Barba Azul.
Gilles de
Montmorency-Laval nació a principios del siglo XV y luchó durante la
guerra de los Cien años al lado de Juana de Arco, a la que admiraba con
tantísima devoción que creía que sus acciones provenían del mismísimo
Dios. Por sus éxitos militares fue ascendido a mariscal a edad
tempranísima, tan solo veinticinco años. De él se dice que desprendía
gran agresividad y que por ello era tan bueno en cuestiones militares.
Cuando en 1431
condenaron a muerte a Juana de Arco, intentó salvarla desesperadamente,
pero no tuvo éxito. Perdió entonces el título de mariscal y se retiró a
vivir a uno de sus múltiples castillos, donde nadie se preocupó lo más
mínimo durante un tiempo de lo que hacía o dejaba de hacer. Fuera del
ejército su agresividad no tenía dónde canalizarse y se volvió todavía
más excéntrico; se dice que llegaba al éxtasis escuchando canto
gregoriano y que le volvían loco los órganos, que hasta los hacía
construir portátiles.
En su delirio
religioso se arruinó y empezó a mostrar interés por el esoterismo y la
alquimia. En poco tiempo sus aposentos se habían convertido en una
reunión dantesca de brujas, nigromantes, alquimistas y embaucadores como
el florentino Prelati, que empezó a practicar magia negra para Gilles,
llevándole, definitivamente, al lado oscuro. Le diría que, para obtener
todo aquello que quería, debía realizar sacrificios humanos, y aquí es
donde comenzaría la historia macabra que tuvo en vilo a media Bretaña
francesa cuando sus hijos comenzaron a desaparecer.
Para sus terroríficos
experimentos, Gilles necesitaba de niños y adolescentes. ¿Cómo los
conseguía sin levantar sospechas? Al principio envió a sus sirvientes a
las casas de aquellos más pobres y necesitados para reclutar a los hijos
pequeños como pajes al servicio de este gran noble francés. Las
familias, por supuesto. los entregaban encantados, pues suponía una
enorme mejora económica al tener una boca menos que alimentar y un
futuro para los críos. Los problemas llegaron cuando dejaron de tener
noticias de ellos y nadie les daba explicaciones. La alarma se
generalizó en la zona y entonces Gilles pasó a algo más arriesgado, los
raptos nocturnos. Se estima que entre 1432 y 1440 hubo más de mil niños
desaparecidos de entre ocho y diez años.
En sus castillos y
dependencias, los torturados -niños de entre siete y veinte años-
sufrían todo tipo de aberraciones; violaciones y sodomía, decapitaciones
y degollamientos, incisiones en la yugular para después colgar a los
torturados y dejarlos desangrar para beber su sangre, sacrificios con
sus órganos, orgías sexuales y etílicas y todo tipo de juegos macabros.
El obispo de Nantes
fue el encargado de investigar las desapariciones de Bretaña, y Gilles
fue arrestado en septiembre de 1440. Se le llevó a juicio -recogido en
documentos del siglo XV que aún se conservan-, donde demostró
bipolaridad, profirió insultos y después se arrepintió; se declaró
demente, inocente, luego culpable, después inocente de nuevo hasta que
terminó por explicar con detalle todo lo que había cometido. Se le
condenaba por asesinato, sodomía y herejía, y moriría colgado en la
soga.
CURIOSIDADES DE LA HISTORIA CON
EL MINISTERIO DEL TIEMPO.
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