Especie de talismán, cuyo color mismo, blanco, es de buen presagio. Su valor le viene también de la inscripción que lleva. Esas "piedrecitas" o tabletas hechas de tierra cocida o de cualquier otro material, grabadas con un signo o una inscripción, servían como entradas para determinadas asambleas o para el teatro. La "piedrecita blanca" que promete el autor del Apocalipsis a "aquel que venza (Ap 2,17)" en el combate de prueba que es la vida terrestre, le da la seguridad de la verdadera felicidad y le garantiza el derecho de entrar en el Reino eterno. El "nombre nuevo que nadie conoce" que está grabado sobre esta "piedrecita" no es otro que el del "Verbo de Dios (cf. Ap 9,12-13)". A los que tengan esa acreditación se les pondrá en relación con el Verbo mismo: el nombre y la persona son una misma cosa.
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