En las Navidades de este año, Francisco de Asís atravesaba por un momento delicado y él Y sus religiosos tenían serias dificultades de supervivencia. Pero, como sin duda, la Providencia Divina cuidaba de ellos, el señor feudal de Greccio, convertido tras la predicación del santo, les invitó a celebrar esas festividades en sus territorios. Francisco pensó en celebrar la Navidad en unas grutas de la montaña y pidió a su amigo que reprodujese en una de ellas el nacimiento de Jesús tal como lo imaginase, con la mula y el buey, en un escenario de sencillez y pobreza semejante al que el Hijo de Dios vino al mundo.
Así se hizo y, de todas partes, comenzó a llegar gente cantando y portando cirios como si del auténtico nacimiento se tratase. Se celebró la misa y predicó San Francisco con esa dulzura que le era característica.
Se había creado el primer Belén de la historia. Muchos siglos después esta tradición se sigue manteniendo y en España, traída por reyes italianos, todas las casas e iglesias ponen su Belén cuando se acercan las festividades de la Navidad. Y también, en algunos lugares se escenifican los llamados Belenes vivientes, donde las figuras son sustituidas por gentes que representan a San José, la Virgen y el Niño, y también los pastores o los Reyes Magos.
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