La raíz de la planta mandrágora estuvo desde antiguo ligada a la superstición y la hechicería.
En la Edad Media era valorada como antídoto para la desgracia, la pobreza y los embrujamientos.
Para obtener esta raíz había que sacarla de noche de manera muy cuidadosa sin provocarle heridas ya que de no ser así podía matar a la persona.
Por tal motivo, se solía encomendar esta tarea a los perros, quienes según la leyenda morían luego de desenterrarlas.
Incluso el célebre médico Maimónides incorporó un dato aún más misterioso: "Para arrancarla, las personas deberían utilizar tapones en los oídos ya que la planta al ser desraizada profiere un grito tan fuerte que puede resultar faltal para quien no esté protegido".
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