Lo fue en su época, pero actualmente es la tercera, después de las de Casablanca y La Meca, aunque supera a ambas en esplendor y belleza. Para muchos entendidos, la Mezquita de Córdoba es, junto con la Alhambra, el más extraordinario monumento del arte islámico califal y uno de los más grandiosos de la arquitectura de todos los tiempos. Su construcción se inició bajo el mandato del primer emir omeya Abderramán I, entre 780 y 785, sufrió sucesivas ampliaciones en el siglo IX y fue concluida durante el reinado de Almanzor en el siglo X, aunque luego recibió varios añadidos.
Con una superficie de 23.400 m, la Mezquita cordobesa podía albergar hasta 20.000 personas. Se compone de tres partes: el patio de los Naranjos, el Lucernario y la Mezquita propiamente dicha, que contiene un impresionante bosque de 850 columnas de mármol, jaspe y granito sobre las que se apoyan arcos de herradura bicolores. En su interior se pueden ver huellas hispanorromanas, visigodas, sirias, persas, bizantinas, mudéjares y mozárabes. En el siglo XVI, tras la derrota del Islam en la Península Ibérica, los cristianos construyeron dentro de la Mezquita, una catedral renacentista que altera la fabulosa perspectiva original.
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