Durante la Edad Media fue muy popular un método para impartir justicia que se conocía como la ordalía o el Juicio de Dios. Se aplicaba a todo tipo de delitos y consistía en hacer que el presunto culpable caminase sobre tres rejas de arado al rojo vivo. Si el reo era inocente Dios no permitiría que se quemase porque el Todopoderoso no puede condenar injustamente, pero si no era así el reo sometido a esta prueba quedaba con los pies totalmente quemados. En ocasiones se hacía también con las manos, de donde proviene, posiblemente, la expresión de "poner la mano en el fuego" por algo o por alguien en la seguridad de su inocencia. ¡Como es fácil de imaginar, todos eran culpables!
Y ésta no era la peor de las torturas, porque fue una época de gran sadismo. El verdugo y la muchedumbre disfrutaban contemplando los tormentos de los pobres condenados en espectáculos que ponen los pelos de punta. En ocasiones los médicos curaban a los reos para que no muriesen y prolongar la agonía de su tortura, aunque sí vamos a ver este sistema se ha seguido hasta nuestros días. En no pocas ocasiones en guerras y represiones se han curado a los prisioneros para poder llevarlos ante un tribunal que los sentenciasen a muerte. Y en cuanto a las torturas, desgraciadamente, en la actualidad se practican en muchos países, y con métodos tan escalofriantes como los que aplicaban en torno al año 1000.
No hay comentarios:
Publicar un comentario