A lo largo de la historia las sociedades Cristianas han tenido una mala actitud hacia las mujeres. Un ejemplo fue la reunión de teólogos en el Consejo de Macon, para discutir si las mujeres tenían solamente un cuerpo o un cuerpo con alma. Pensaban que lo más probable era que las mujeres no tuvieran un alma que pudiera ser salvada, e hicieron una excepción sólo en el caso de María.
Con escasos datos históricos y con las valoraciones de expertos como Uta Ranke-Heinemann, una teóloga feminista y liberal, que ha escrito en contra de la virginidad de María.
"Hay que decir con toda claridad que no es cierto que la Iglesia haya llegado a dudar en algún momento de que las mujeres tengan alma o de que sean seres humanos. Se cree que que en el concilio de Macon (585), se llegó a discutir si la mujer tenía alma. Pero eso no es exacto.
En dicho concilio no se habló sobre el alma. Gregorio de Tours, que asistió a ese sínodo, relata que un obispo planteó la pregunta de «si la mujer puede ser designada como homo». Se trata, pues, de una cuestión filológica que, a decir verdad, se suscitó por la valoración más alta que los hombres se habían atribuido: homo, significa tanto hombre (ser humano) como varón.
Todavía hoy se mantiene este significado en las lenguas románicas y en el inglés el término para hombre y varón. Si los varones acaparan para sí el término hombre, ¿qué queda para la mujer? ¿Es también ella un hombre-varón, un varón-hombre? Esta claro que no puede ser designada como varón.
Según Gregorio de Tours el resto de los obispos se remitieron al relato de la creación, según el cual Dios creó al ser humano (homo) como varón y mujer, así como también a la denominación de Jesús como Hijo del Hombre (filius hominis), a pesar de que él es, sin duda, «Hijo de la Virgen», es decir, hijo de una mujer. Mediante estas clarificaciones surgió la pregunta: el término homo debe aplicarse también a las mujeres. Significa, junto al concepto de varón, también el de ser humano."
En dicho concilio no se habló sobre el alma. Gregorio de Tours, que asistió a ese sínodo, relata que un obispo planteó la pregunta de «si la mujer puede ser designada como homo». Se trata, pues, de una cuestión filológica que, a decir verdad, se suscitó por la valoración más alta que los hombres se habían atribuido: homo, significa tanto hombre (ser humano) como varón.
Todavía hoy se mantiene este significado en las lenguas románicas y en el inglés el término para hombre y varón. Si los varones acaparan para sí el término hombre, ¿qué queda para la mujer? ¿Es también ella un hombre-varón, un varón-hombre? Esta claro que no puede ser designada como varón.
Según Gregorio de Tours el resto de los obispos se remitieron al relato de la creación, según el cual Dios creó al ser humano (homo) como varón y mujer, así como también a la denominación de Jesús como Hijo del Hombre (filius hominis), a pesar de que él es, sin duda, «Hijo de la Virgen», es decir, hijo de una mujer. Mediante estas clarificaciones surgió la pregunta: el término homo debe aplicarse también a las mujeres. Significa, junto al concepto de varón, también el de ser humano."
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