Turgut Reis, llamado Dragut por los españoles, nació cerca de Bodrum, en la costa egea de Anatolia, a inicios del siglo XVI. Fue, tras su protector Jeireddín Barbarroja, el más temido de los corsarios otomanos y luchó contra los barcos cristianos en numerosas batallas por todo el Mediterráneo, donde destacó por su ferocidad. Los cuantiosos daños que causó a la flota española desesperaron a Carlos V, que mandó contra él al almi rante genovés Andrea Doria. Un sobrino de éste, Gianetti Doria, logró capturarlo y enviarlo a galeras como esclavo durante cuatro años, pero Barbarroja pagó su rescate de 30.000 ducados y Dragut fue liberado.
En Cullera todavía recuerdan sus apariciones
La muerte de Jeireddín en 1546 impulsó la carrera de Dragut, quien a los 32 años se puso al frente de una flota de 24 bergantines con la que amenazó Nápoles y conquistó diversas posiciones en la costa de Calabria. En 1550 tomó Mahdia y una parte de Túnez, e inició una campaña de saqueo por el Mediterráneo occidental en el curso de la cual asaltó Cullera. El cuantioso botín que obtuvo en bienes y prisioneros dejó casi despoblada esta localidad levantina durante décadas. En la actualidad, la llamada Cueva de Dragut, situada en sus inmediaciones, contiene un pequeño museo que recrea las invasiones de la piratería berberisca en la zona.
En septiembre de 1550, tras varios meses de intensas batallas navales saldadas con importantes pérdidas tanto en el bando turco como en el cristiano, Andrea Doria y Bailiff Claude de la Sengle consiguieron forzar la retirada de Dragut hacia zonas más orientales del Mediterráneo. El pirata turco huyó con 20 barcos a la isla de Djerba, donde la flota de Doria le tendió una emboscada de la que el otomano escapó arrastrando sus barcos, previamente engrasados, por tierra, para alcanzar el otro lado de la isla y hacerse a la mar rumbo a Estambul.
Desde allí Dragut, al mando de 12.000 jenízaros, reunió en 1551 una flota de 112 galeras y 2 galeazas, y se lanzó a la conquista de Malta. Como no logró su objetivo, decidió arrasar los territorios vecinos y, en julio de 1551, arremetió contra la isla de Gozo, donde saqueó a la población y capturó a cientos de esclavos. En agosto conquistó Trípoli, y Suleimán I le recompensó nombrándole Sanjak Bey al mando de esa ciudad libia y de la región circundante. Un año después, el Sultán, que había firmado un acuerdo con Enrique II de Francia en contra de los intereses españoles, le ascendió a Comandante en Jefe de la Armada otomana y le envió al mando de la flota con destino a Italia.
Dragut saqueó Calabria en 1553, lanzó un ataque contra Elba y puso asedio a Bonifacio, en Córcega. Cuando esta población se rindió, regresó a Estambul. En los años siguientes reapareció con renovados bríos por las costas italianas y en 1560 derrotó a la flota española en Djerba. Tanto y en tantos lugares hostigó que acabó teniendo demasiados enemigos, incluso dentro del bando otomano y entre los jefes del norte de África, que se aliaron ese mismo año con el virrey de Sicilia. En 1565 Dragut participó en el ataque otomano a Malta, al mando de 16.000 hombres y 15 navíos. Allí, en el terraplén del fuerte de San Telmo, encontró la muerte por un cañonazo, aunque la plaza fue capturada. Su ciudad natal fue llamada Turgutreis en su honor.
"Amarrado al duro banco..." De la mala fama de Dragut entre los españoles de su tiempo da idea el hecho de que fue citado, y no de forma laudatoria, por dos de nuestros mayores escritores del Siglo de Oro. Miguel de Cervantes lo retrata en su novela Los trabajos de Persiles y Segismunda como ?el orejudo en su galeota que azota a los remeros cristianos con el brazo muerto de otro cristiano cautivo?. En otro pasaje menciona al ?perro de Dragut, que así se llamaba el arráez de la galeota: corsario tan famoso como cruel, y tan cruel como Falaris o Busiris, tiranos de Sicilia?. Por su parte, Luis de Góngora convierte en protagonista de uno de sus más famosos poemas a un cristiano cautivo de Dragut y condenado a galeras, que se pregunta qué ha sido de su amada en los diez años que lleva preso en manos de los turcos: ?Amarrado al duro banco/ de una galera turquesca,/ ambas manos en el remo/ y ambos ojos en la tierra/, un forzado de Dragut/ en la playa de Marbella/ se quejaba al ronco son/ del remo y de la cadena? Tráeme nuevas de mi esposa,/ y dime si han sido ciertas/ las lágrimas y suspiros/ que me dice por sus letras?. |
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