
Por sus expertas manos pasaron muchos criminales famosos, como el matrimonio formado por Marie y Frederik Manning, que habían asesinado al amante de ella. A esta ejecución acudió Charles Dickens, quien descubrió el horror que le causó en una carta a The Times. Calcraft tuvo que dejar sus exhibiciones en 1868, cuando en Inglaterra se prohibieron las ejecuciones públicas. Él fue el último que mató frente a espectadores y también el primero que lo hizo en privado.
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