Victoria sobre Amalec (Nm 24,20; Sal 83,8)
ÉXODO 17,8Los amalecitas fueron y atacaron a los israelitas en Rafidín.
9Moisés dijo a Josué:
-Escoge unos cuantos hombres, haz una salida y ataca a Amalec. Mañana yo estaré de pie en la cima del monte con el bastón maravilloso en la mano.
10Hizo Josué lo que le decía Moisés y atacó a los amalecitas; entretanto, Moisés, Aarón y Jur subían a la cima del monte.
11Mientras Moisés tenía en alto la mano vencía Israel, mientras la tenía bajada vencía Amalec. 12Y como le pesaban las manos, ellos cogieron una piedra y se la pusieron debajo para que se sentase; mientras, Aarón y Jur le sostenían los brazos, uno a cada lado. Así sostuvo los brazos hasta la puesta del sol.
13Josué derrotó a Amalec y a su tropa a filo de espada.
14El Señor dijo a Moisés:
-Escríbelo en un libro de memorias y léeselo a Josué: "Borraré la memoria de Amalec bajo el cielo".
15Moisés levantó un altar y lo llamó "Señor, mi estandarte", 16diciendo:
-Monumento al trono del Señor; el Señor está en guerra con Amalec de generación en generación.
Explicación.
17,8-16 Este episodio o anécdota ilustra otro tipo de peligro en la marcha por el desierto: la hostilidad de tribus de beduinos. Según Gn 36,15s, los amalecitas eran descendientes de Esaú; según Jue 6,1-6 y 1 Sm 30 practicaban incursiones predatorias. La acción de Moisés es otro efecto del bastón maravilloso: véase en Sal 65,8 el paralelismo entre "el estruendo del mar" y "el tumulto de los pueblos". Para unificar los datos, hemos de imaginarnos un alternar la mano que empuña y mantiene en alto el bastón; no se habla de oración.
17,9 Por primera vez entra en escena Josué, sin ser presentado, como si fuera conocido.
17,11 Sal 44,5-8.
17,14 Por primera vez leemos en el Pentateuco un encargo de escribir un suceso. Este germen finge a Moisés autor del Pentateuco, por mandato de Dios. Josué ha de escucharlo y quizá aprenderlo de memoria. Del libro de memorias se cita una sola frase que, según 1 Cr 4,41-43, se cumple en tiempos de Ezequías.
17,15-16 Hemos respetado el texto hebreo, interpretando yad como monumento (1 Sm 15,12; 2 Sm 18,18). Unos toman la expresión como fórmula de juramento; otros corrigen y traducen "una mano en el estandarte".
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