En Marcos, el Dios de Jesús es el que ama a la humanidad entera y quiere comunicarle vida; ese amor se concreta en la creación del hombre nuevo (el reinado de Dios) y, mediante él, de la sociedad nueva (el reino de Dios). Ese amor universal que comunica vida constituye "el secreto del Reino" (4,11), que ha sido explicado por Jesús en su actividad descrita a partir de 1,39 hasta 3,12. La insistencia de Mc sobre la universalidad del Reino, y la consiguiente igualdad de todos los pueblos y hombres respecto a la salvación, es continua. Ha desaparecido el privilegio de Israel y su calidad de pueblo elegido. De la antigua elección queda solamente la prioridad en ser invitado al reino antes que las naciones paganas; pero el nuevo Israel debe aceptar su condición de igualdad con los demás pueblos y ponerse al servicio de la humanidad entera.
Hay que notar las diferentes denominaciones divinas en este evangelio: entre ellas, "Dios" (gr.ho Theos, 46/47 veces) es término universal, ya usado en el ambiente griego y adoptado por los LXX (hebr. ´elohim). Su valor universal se basa en la referencia a Dios como Creador (Mcx 13,19; cf. 10,6.9); designa, pues, a Dios en relación con todo el género humano, con anterioridad a la elección de Israel. A menos que su referencia vaya restringida por un genitivo dependiente (cf. 12,16.29), "Díos" tiene una connotación universalista. En consecuencia, también las expresiones que incorporan el término "Dios" (1,14), "el reinado/reino de Dios" (1,15; 4,11.26.30, etc.), "el designio de Dios" (3,35).
La denominación "Señor" (gr. Kyrios, sin artículo) traduce el hebr. Yahweh y denota al Dios de Israel (cf. 12,29.30); se encuentra a menudo en citas del AT (Mc 1,3; 11,9; 12,11; 12,29.30.36); es el Dios que eligió a Israel (13,20).
La tercera denominación divina es la de "Padre" (gr. patêr) de Jesús o de los suyos; este apelativo divino pertenece al vocabulario de la comunidad (8,38: ante ambos grupos; 11,25; con los discípulos; 13,32: con cuatro discípulos; cf. 13,3; 14,36: oración de Jesús).
El juego de las tres denominaciones puede apreciarse en el cap. 13, donde aparece "el Dios" creador de la humanidad (13,19), Kyrios, el Dios de Israel (13,20), y "el Padre", apelativo divino en la comunidad cristiana (13,32).
Si se coteja el apelativo "Padre" con lo expuesto al principio sobre "el secreto del reino de Dios", aparece la coincidencia de uno y otro concepto. "El Padre" es el Dios que, por amor (cf. 1,11: "Tú eres mi Hijo, el amado"), comunica al hombre su propia vida (1,10: "el espíritu"); éste es precisamente el secreto del Reino: que Dios quiere ser Padre de la humanidad entera, que quiere comunicar su vida (Espíritu) a todo hombre para que alcance la plenitud (hacerlo "hijo" suyo) y constituya una sociedad libre, justa y feliz, digna del hombre pleno. "Comprender el secreto" equivale a "conocer a Dios".
Dios es "Creador" de toda la humanidad, pero, a partir de Jesús, quiere ser "Padre" de todos los hombres sin distinción; en eso consiste su reinado, que Jesús anuncia (1,15). De hecho, es Padre de aquellos que aceptan su ofrecimiento y hacen la opción por Jesús, que es la opción por la plenitud humana ("el Hijo del hombre/el Hombre"). De ahí que sólo a sus seguidores hable Jesús de "vuestro Padre" (11,25): son ellos quienes, por haber recibido el Espíritu (cf. 1,8), tienen con Dios la relación de "hijos".
JUAN MATEOS
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