viernes, 26 de octubre de 2018

LA EUCARISTÍA EN EL NUEVO TESTAMENTO.

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Mt 26,26-30

26Mientras comían, Jesús cogió un pan, pronunció una bendición y lo partió; luego lo dio a sus discípulos, diciendo:
-Tomad, comed: esto es mi cuerpo.
27y cogiendo una copa, pronunció una acción de gracias y se la pasó, diciendo: 
-Bebed todos de ella, 28  pues esto es la sangre de la alianza mía, que se derrama por todos para el perdón de los pecados. 29 0s digo que desde ahora no beberé más de este producto de la vid hasta que llegue el día en que lo beba entre vosotros, nuevo, estando yo en el reino de mi Padre.
30y después de cantar salieron para el Monte de los Olivos.  

EXPLICACIÓN. 

Cuerpo (26), la persona en cuanto identificable y activa; sangre (27), símbolo de la muerte violenta, denotaba también a la persona en cuanto entregada a la muerte. Pan, alimento, indispensable para la vida; símbolo de la Ley. Para el discípulo, la norma de vida es Jesús mismo, su persona y su actividad. La invitación a comer e! pan (26) es una invitación al seguimiento. Simboliza Jesús su entrega a ellos por amor; ellos, a su vez, deberán entregarse a todos en e! pan que repartan (14,19; 15,36). La copa (27), símbolo de la pasión y muerte (20,22).La alianza mía, Jesús toma e! puesto que tenía Dios en la antigua alianza (d. 16,18: «Ía comunidad mía/mi comunidad". Invita a beber de la copa, a asimilarse a su entrega (16,24; 26,7). Derramar (28) se dice del Espíritu al 3,1s): quien bebe de la copa, comprometiéndose a una calidad de amor como el de Jesús, recibe e! Espíritu. No dice Mt que coman e! pan ni beban de la copa: la decisión deberán hacerla ante el hecho de la cruz. Vino nuevo (29, d. 9,17), amor nuevo: no ya el que se exigía a Israel, (22,39), sino el servicio a los hombres hasta dar la vida (20,28). Podrá beberlo a partir de su muerte, por la que entrará en e! reino del Padre (d. 13,43); serán los discípulos los que produzcan el nuevo fruto de la vid (21,41).

LUCAS 22,14-23

14 Cuando llegó la hora, se recostó Jesús a la mesa y los apóstoles con él;
15 y les dijo:
- ¡Cuánto he deseado cenar con vosotros esta Pascua antes de mi Pasión!
16 Porque os digo que no la comeré más hasta que tenga su cumplimiento en el reino de Dios.
17 Aceptando una copa pronunció una acción de gracias y dijo:
- Tomad, repartidla entre vosotros;
18 porque os digo que desde ahora no beberé más del producto de la vid hasta que no llegue el reinado de Dios.
19 Y cogiendo un pan pronunció una acción de gracias, lo partió y se lo dio a ellos diciendo:
- Esto es mi cuerpo.
21 Pero mirad, la mano del que me entrega está a la mesa conmigo.
22 Porque el Hombre se va, según lo establecido, pero ¡ay del hombre que lo entrega!
23 Ellos empezaron a preguntarse unos a otros quién podría ser el que iba a hacer aquello.

EXPLICACIÓN.

14-23. La denominación los apóstoles o enviados (= 22,11: "los discípulos"), pone a la eucaristía bajo el signo de la misión: el compromiso que ella supone será el que los capacite para llevarla a cabo. Vivo deseo (15), en relación con el de completar su obra (12,50) y con el hambre en el desierto (4,2). En esta cena Jesús va a dejar el alimento de su comunidad para el futuro (cf. 11,3; 12,37).

La Pascua, el éxodo liberador (cf. 9,31), no es sólo para Israel, sino para la humanidad entera: no tendrá plena realidad hasta que los paganos reciban el mensaje (16: el reino de Dios; cf. 9,27; 13,28s; 21,31). 

Lc difiere de Mt y Mc por colocar una copa antes del pan. Jesús acepta la copa (17): se adivina la figura del Padre que le ofrece su pasión y muerte 8cf. 22,42) como expresión de la entrega total por amor a la humanidad. Esta copa/amor es un del del Padre a Jesús y a todos los hombres; da gracias al Padre por ese amor, que es en él una realidad (3,22: el Espíritu) e invita a los discípulos a aceptarlo, comprometiéndose a una entrega como la suya (9,24).

El producto de la vid (18), alusión a la parábola de los viñadores (20,9-19); el reinado de Dios, inaugurando con la entrada de los paganos (20,16: "dará la viña a otros"); la calidad de amor expresada por la copa (5,37s: el vino nuevo) se hará realidad cuando se extienda la misión a la humanidad entera (cf. hch 1,8). La aceptación de la copa renueva el compromiso de Jesús en su bautismo (3,21-23; cf. 12,50); su aceptación por los discípulos implica el mismo compromiso y la recepción del Espíritu.

Una vez confirmado su compromiso, Jesús se entrega como modelo de vida y para comunicar vida (el pan) a los que han hecho el mismo compromiso sin miedo a la muerte (la copa). Por propia iniciativa coge un pan (19), don de Dios creador (acción de gracias). Este pan, que lo representa a él mismo, es el don máximo de Dios: el HOmbre-Dios en quien culmina la creación.

Las palabras que explican el significado del pan son las de Mc 14,22. El cuerpo = la persona en su identidad reconocible, presencia y actividad. El pan/cuerpo dado a los discípulos lleva consigo el don del Espíritu, respuesta de Jesús a los que han hecho un compromiso semejante al suyo. Lc no menciona que los apóstoles beban de la copa o coman el pan. La respuesta a la invitación de Jesús tendrán que darla con su propia vida.

De este análisis se desprende que los vv. 19-20: "que se entrega por vosotros; haced lo mismo en memoria mía. Después de cenar hizo igual con la copa diciendo: "Esta copa es la nueva alianza sellada con mi sangre, que se derrama por vosotros", son una interpolación inspirada en 1 Cor 11,24b-25. De hecho, están ausentes en el cld. Beza y en algunas versiones occidentales, la lengua presenta rasgos no lucanos y el significado de la segunda copa no podría ser distinto del de la primera, la aceptación por parte del discípulo de la entrega de Jesús y de la suya propia. Además, el texto breve explica la denominación "la fracción del pan" usada por Lc para la eucaristía (Hch 2,42.46; 20,7.11), sin alusión a la copa.

Mención del traidor (21s), vse. Mc 14,18-21. Perplejidad de los discípulos (23).

MARCOS 14,22-26


22Mientras comían cogió un pan, pronunció una bendición, lo partió y se lo dio a ellos, diciendo:
-Tomad, esto es mi cuerpo.
23Y, cogiendo una copa, pronunció una acción de gracias, se la pasó y todos bebieron de ella. 24Y les dijo:
-Ésta es la sangre de la alianza mía, que se derrama por todos. 25Os aseguro que ya no beberé más del producto de la vid hasta el día aquel en que lo beba, nuevo, en el reino de Dios.
26Y después de cantar salieron para el Monte de los Olivos.

EXPLICACIÓN.

No se mencionan elementos pascuales judíos. Jesús expresa la voluntariedad de su entrega y muerte. Al ofrecer su cuerpo (= su persona) invita a tomarlo a él y a su actividad como norma de vida (cf. Éx 24,6); él mismo da la fuerza (pan/alimento); no se indica que coman el pan (22). La sangre, la persona en cuanto entregada a la muerte (cf. 10,38, «el trago/copa»); beber, comprometerse, como Jesús a no desistir de la actividad salvadora (representada por el pan) por miedo a la muerte (8,34; 10,38.45; 13,37; 14,3); a este compromiso corresponde el don del Espíritu (cf. 1,10); la alianza mía sustituye para los discípulos (israelitas) a la del Sinaí (cf. 2,19s, «el esposo/novio»); su sangre sella la alianza (Éx 24,8) (23). No basta ya el fruto de la antigua vid/Israel (12,1ss.29-31: los dos mandamientos); el vino/amor nuevo (2,21), expresado en el mandamiento de Jesús (13,34.37), será la entrega de sus seguidores (8,34s); en el reino de Dios: Jesús estará presente en la misión y en la eucaristía de la nueva comunidad (1,15; 9,1; 10, 15s) (25). El Monte de los Olivos, el estado glorioso (13,3), meta de Jesús y de los suyos que lo sigan en el compromiso (11,1) (26).

JUAN 13,1-35

1. Antes de la fiesta de Pascua, consciente Jesús de que había llegado su hora, la de pasar del mundo este al Padre, él, que había amado a los suyos que estaban en medio del mundo, les demostró su amor hasta el fin.
2. Mientras cenaban (el Enemigo había ya inducido a Judás de Simón Iscariote a entregarlo),
3. consciente de que el Padre lo había puesto todo en sus manos y que de Dios procedía y con Dios se marchaba,
4. se levantó de la mesa dejó el manto y tomando un paño, se lo ató a la cintura.
5. Echó luego agua en el barreño y se puso a lavarles los pies a los discípulos y a secárselos con el paño que llevaba ceñido.
6. Al acercarse a Simón Pedro, éste le dijo:
- Señor, ¿tú a mí lavarme los pies?
7. Jesús le replicó:
- Lo que yo estoy haciendo tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás dentro de algún tiempo.
8. Le dijo Pedro:
- No me lavarás los pies jamás.
Le repuso Jesús:
-Si no dejas que te lave, no tienes nada que ver conmigo.
9. Simón Pedro le dijo:
- Señor, no solo los pies, sino también las manos y la cabeza.
10. Jesús le contestó:
- El que ya se ha bañado no necesita que le laven más que los pies. Está enteramente limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos.
11. (Es que sabía quien lo iba a entregar, por eso dijo: “No todos estáis limpios”.)
12. Cuando les lavó los pies, tomó su manto y se recostó de nuevo a la mesa. Entonces les dijo:
- ¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros?
13. Vosotros me llamáis Maestro y Señor, y con razón, porque lo soy.
14. Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros.
15. Es decir, os dejo un ejemplo para que igual que yo he hecho con vosotros, hagáis también vosotros.
16. Sí, os lo aseguro: No es el siervo más que su Señor ni el enviado más que el que lo envía.
17. ¿Lo entendéis? Pues dichosos vosotros si lo cumplís.
18. No lo digo por todos vosotros, yo sé bien a quiénes elegí, pero así se cumple aquel pasaje: “El que come el pan conmigo me ha puesto la zancadilla” (Sal 41,10).
19. Os lo digo ya desde ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, creáis que yo soy lo que soy.
20. Sí, os lo aseguro. Quien recibe a cualquiera que yo envíe, me recibe a mí, y quien me recibe a mí, recibe al que me envió.

21. Dicho esto, Jesús estremeciéndose, declaró:
- Sí, os aseguro que uno de vosotros me va a entregar.
22. Los discípulos se miraban unos a otros sin poderse explicar por quién lo decía.
23. Uno de sus discípulos estaba reclinado inmediato a Jesús; era el predilecto de Jesús.
24. Simón Pedro le hizo señas de que averiguase por quién podría decirlo.
25. Reclinándose entonces sin más sobre el pecho de Jesús, le preguntó:
- Señor, ¿quién es?
26. Jesús contestó:
- Es aquel para quien yo voy a mojar el trozo y a quien se lo voy a dar.
Mojando, pues, el trozo se lo dio a Judas de Simón Iscariote.
27. Y en cuanto recibió el trozo, entró en él Satanás. Por eso le dijo Jesús:
- Lo que vas a hacer, hazlo pronto.
28. Ninguno de los comensales se dio cuenta de por qué le decía esto.
29. Alguno pensaba que, como Judas tenía la bolsa, Jesús le decía: “Compra lo que necesitamos para la fiesta”, o que diese algo a los pobres.
30. Él tomó el trozo y salió en seguida; era de noche.
31. Cuando salió, dijo Jesús:
-Acaba de manifestarse la gloria del Hombre y, por su medio, la de Dios;
32. y, por su medio, Dios va a manifestar su gloria y va a manifestarla muy pronto.

33. Hijos míos, ya me queda poco que estar con vosotros. Me buscaréis, pero aquello que dije a los judíos: “Adonde yo voy, vosotros no sois capaces de venir”, os lo digo también a vosotros ahora.
34. Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; igual que yo os he amado, también vosotros amaos unos a otros.
35. En esto conocerán todos que sois discípulos míos: en que os tenéis amor entre vosotros.

EXPLICACIÓN.

1-20. La frase inicial (1) introduce, no sólo el discurso de la cena, sino toda la narración de la entrega y muerte de Jesús, hasta sus palabras en la cruz (19,30).

Se omite toda mención de lugar; ya que no se nombra a Jerusalén (1). Esta Pascua será la de Jesús, la que permitirá el éxodo de las tinieblas a la luz. Pasar de este mundo al Padre, el éxodo personal de Jesús, la llegada a la tierra prometida. No va a la muerte (su hora) arrastrado por las circunstancias, va a dar su vida voluntariamente (Consciente). “Los suyos (Israel) no lo acogieron” (1,11); Jesús tiene ahora otros a quienes llama los suyos, los que le han dado su adhesión. Su amor hasta el fin será la nueva Escritura (cf. Dt 31,24); amor y fidelidad (1,14), la característica de la nueva comunidad.

Cena ordinaria (2); la cena cristiana no es una continuación de la judía. El Enemigo/diablo, el dinero-poder, es el principio de homicidio y mentira que inspira al círculo dirigente (8,44); engendra hombres que son “enemigos/diablos” (6,70). La ambición y la codicia (12,6: “ladrón”) inducen a Judas a la traición.

Jesús tiene plena conciencia (3) de su misión (3,35), de su origen (1,32s: el Espíritu; 1,14: “plenitud de amor y lealtad”) y de su itinerario y meta: el don total de sí, en el que Dios está plenamente presente como vida absoluta.

Dejó el manto (4) y tomó el manto (12, en paralelo con 10,17s: “entregar la vida/recobrarla”. Un paño, símbolo del servicio; va a enseñar a los suyos que significa el amor leal. Lavar los pies, signo de acogida, deferencia (5). Les muestra su amor, que es el del Padre, que se ejerce en el servicio al hombre desde abajo. Ni el deseo de hacer bien puede justificar ponerse por encima del hombre y lo eleva hasta sí. Jesús, el Señor, se hace servidor para dar a los suyos categoría de señores. Su servicio, por tanto, se propone dar libertad (señor) y crear así la igualdad, eliminando todo rango. Todos han de ser libres y, con su servicio, seguir creando libertad e igualdad.

Extrañeza y protesta de Pedro (6) Llama a Jesús Señor título de superioridad, en contraste con “lavar”, servicio de un inferior. Ha comprendido que la acción de Jesús invierte el orden de valores admitidos. Para él, Jesús debe ocupar el trono de Israel: él es súbdito, no admite la igualdad. Jesús no se extraña de la protesta de Pedro (8), pero éste insiste con una negativa rotunda (cf. 6,60); mantiene aún los principios de la sociedad injusta, donde cada uno mantiene el propio rango. Respuesta de Jesús: Si no admite el amor que crea la igualdad, no puede estar con él, no puede participar de su Espíritu; quien rechaza el servicio como rango distintivo del grupo queda excluido de la unión con él.

La reacción de Pedro (9) muestra su adhesión personal a Jesús, pero también que no entiende su manera de obrar. Está dispuesto a hacer lo que mande, pero por ser voluntad del jefe, no por convicción. Piensa que el lavado es purificatorio, que elimina algún obstáculo para estar con Jesús. No aceptaba la acción como servicio, la acepta como rito religioso.

Jesús corrige la interpretación de Pedro (10); no se trata de rito purificatorio, sino de servicio (v 4.5: el paño ceñido). Es hacer propio el mensaje lo que purifica al hombre (15,3). El único motivo que puede separarlo de Dios es la negativa a hacer caso al Hijo (3,36). Jesús conoce la actitud del traidor (10-11).

Tomar el manto, recobrar la vida (10,17s) (12). Jesús no se quita el paño, señal de su servicio, que continuará para siempre. Vuelve a la posición del hombre libre (se recostó en la mesa) con el paño puesto: el servicio no disminuye la libertad ni la dignidad del hombre.
Lo que hace Jesús, el Maestro y el Señor (13), es válido para todos y para todo tiempo (14-15). No es Señor por imposición alguna; su seguimiento es una asimilación a él (6,53s: “comer su carne”), no una obediencia. Con su acción, les ha dado la experiencia de ser amados y les ha enseñado a amar como él (Maestro) (cf. 13,34). El servicio no nace del sentido del deber, sino de la espontaneidad del amor.

Cita un proverbio conocido (16) para señalar la arrogancia y la irresponsabilidad que supondría separarse de su ejemplo. No le basta la adhesión de principio (17), se requiere la práctica de su mensaje. Bienaventuranza (dichosos, cf. 20.29): en el amor está la plenitud de vida. No se es feliz dominando, sino amando; no siendo superiores, sino iguales (16: siervo, señor).

Nueva alusión al traidor (cf. 6,70; 13,11) (18). Jn adapta el texto de Sal 41,10. Judas, manteniendo la apariencia (el que come pan conmigo) ha traicionado la amistad. Cuando llegue la muerte de Jesús, sabrán que ha sido voluntaria (19). Según dicho de Jesús (20): la humanidad ante su mensaje (16: el enviado, el que envía).

21-32. Se pone el acento en uno de vosotros (cf. 6,70.71; 12,4) (21). Al ver que, a pesar de su amor, uno de los suyos va a la ruina y la muerte, Jesús se estremece. Sorpresa de los discípulos (22)

Primera mención del discípulo predilecto (22). Su figura se contrapone a la de Simón Pedro (cf. 18,15; 20,2ss; 21,7.20-23); acepta el amor de Jesús y responde a él con su cercanía (inmediato). Es la figura masculina de la nueva comunidad bajo los rasgos del amigo íntimo, identificado con Jesús (la figura femenina, en papel de “esposa”, estará representada por María Magdalena cf. 20,13-16).

El discípulo puede permitirse un gesto de total intimidad (Reclinándose… le preguntó) (24-25). Pedro no está inmediato a Jesús, no comprende su amor ni acepta ser amado (13,8).
La respuesta de Jesús no revela el nombre del traidor ni lo señala (26); no rompe con el que va a traicionarlo: no ha venido a juzgar, sino a salvar (12,47). Ofrecer a un comensal un trozo de alimento era señal de deferencia. No se especifica de qué es el trozo, Jn juega con la ambigüedad, la de salsa/sangre. Lo que Jesús ofrece a Judas es su misma persona dispuesta a aceptar la muerte. Lo invita a rectificar y ser de los suyos, a comer su carne y sangre y unirse a él (6,56). Responde al odio con amor, poniendo su vida en manos de su enemigo. Toca a Judas Iscariote hacer su última opción.

Jn evita decir que Judas comió el trozo (27), lo que habría significado la voluntad de asimilarse a Jesús. Más adelante (30) se explicará lo que hace con él. El gesto de amistad de Jesús no encuentra en Judas una respuesta positiva, antes al contrario, aumenta su antagonismo. Se identifica con los principios y valores del sistema. Así interioriza (entró en él) a Satanás, el dinero-poder, que lo hace agente suyo y homicida (8,44). Jesús ha mostrado a Judas su amor hasta el fin, pero no intenta forzarlo; le ha dejado plena libertad de opción, aun a costa de su propia vida, y Judas se ha dado su propia sentencia; es inútil prolongar la situación (hazlo pronto) (28).

Judas administraba los fondos del grupo (12,6) (29). Dos interpretaciones de las palabras de Jesús, que muestran la falta de comprensión del mensaje por parte de los discípulos. Comprar significa dependencia del sistema económico explotador (prueba de Jesús a Felipe, 6,5s). Dar a los pobres fue la propuesta de Judas para el precio del perfume (cf. 12,5).

Judas sale llevándose el trozo (30), la vida de Jesús, para entregarla. Entra en la tiniebla (era de noche), en el ámbito de los enemigos de Jesús, llevándose la luz, para extinguirla (1,5).

Jesús interpreta la salida de Judas (31-32), como había interpretado el lavado de los pies (13,12). Ha puesto libremente su vida en manos de sus enemigos, por amor al hombre, para salvarlo. Así manifiesta al máximo su gloria/amor, y el amor manifestado es el de Dios mismo, tan grande que, traducido por Jesús en términos humanos, llega al don de la propia vida por los hombres. En la primera parte (31) ocupa el primer plano la manifestación de la gloria/amor de Dios a través del de Jesús; en la segunda (32) se trata de la comunicación a los hombres de ese amor/gloria de Dios, el Espíritu, a través de Jesús. La gloria/amor de Jesús se manifiesta en dar su vida y expresa el amor de Dios al hombre. La de Dios se manifiesta en el don del Espíritu, que se hace por medio de Jesús.

Nota crítica: Se ha elegido la lectura corta, suprimiendo en v.32 la repetición: “Si la gloria de Dios se ha manifestado por su medio”, peor atestiguada que la omisión.

33-35. Terminó de afecto (33: Hijos míos, lit. “hijitos”). El momento es emocionante, porque va a anunciar su próxima partida. Con esto, las palabras que siguen toman el carácter de testamento. Alusión a 8,21. En su itinerario nadie puede acompañarlo; nadie puede aún comprender la magnitud de su amor ni asociarse a él.

Ellos se quedan y él va a constituirlos en comunidad, dándoles su estatuto y su identidad. El mandamiento nuevo (34) se opone y sustituye a la Ley antigua. Diferencia entre las dos alianzas (1,17). Es nuevo en dos sentidos:

1) Por la norma que propone, el amor del Hijo único que posee la plenitud del Espíritu (igual que yo os he amado; cf 6,53: comer su carne y beber su sangre); cesa por insuficiente la antigua norma: “Amarás al prójimo como a ti mismo” (Lv 19,18).

2) Por el contenido: en la antigua ley el hombre había de amar a Dios sobre todas las cosas (Dt 6,4s), pero con amor y fidelidad humanos; Dios estaba “separado” del hombre y podía ser “objeto” de amor. Ahora, Jesús comunica el Espíritu, la fuerza del amor de Dios mismo, que identifica con Jesús y con el Padre. Dios no exige que el hombre se entregue a él, él se entrega al hombre como fuerza de amor, por la que el hombre puede, a su vez, entregarse a los demás. Los discípulos aman siendo uno con el Padre y el Hijo (17, 21-23). Por eso el mandamiento de Jesús no prescribe ya el amor de Dios, sino el amor entre los hombres. No hay que amar “a Dios” o “a Jesús”, sino amar a los hombres “con y como Dios”, “con y como Jesús”.

En otras palabras: Respecto a Jesús y al Padre existe un amor de identificación, por la comunidad de Espíritu; el amor de entrega lo realiza el discípulo hacia los demás hombres.
El punto de referencia del mandamiento, igual que yo os he amado, acaba de explicarlo Jesús en las dos escenas precedentes: “amar” consiste en acoger, en ponerse al servicio de los demás para darles dignidad y libertad (lavado de los pies) y eso sin cejar ni desanimarse, respetando la libertad y respondiendo con amor al odio (episodio de Judas).

El amor que existe entre los suyos ha de ser visible (35) y será el signo distintivo de su comunidad. Lo que aprenden los discípulos de su maestro no es una doctrina, sino un comportamiento: no van a distinguirse por un saber particular ni van a comunicar a la humanidad una especulación sobre Dios. Van a mostrar la posibilidad del amor y de una sociedad nueva. La identidad del grupo no estará basada en observancias, leyes o cultos. Poniendo como único distintivo el amor desliga Jesús a los suyos de todo condicionamiento cultural: el amor es el lenguaje universal.

SÍNTESIS.

Con plena libertad, Jesús, el Señor, se hace servidor de los suyos, para darles la condición de “señores”. Crea así una comunidad de hombres libres e iguales (15,15: amigos). El amor es servicio para ayudar al hombre a serlo plenamente, a tener la libertad y dignidad de hijo de Dios.

Jesús efectúa una inversión total de la concepción tradicional de Dios y, en consecuencia, de su relación con el hombre y de los hombres entre sí. El Padre, que no ejerce dominio, sino que comunica vida y amor, no legitima ningún poder ni dominio.

Si en el lavado de los pies ha demostrado Jesús que el amor consiste en el servicio que procura la libertad y la dignidad del hombre, en esta perícopa muestra su total respeto por la libertad y su amor hasta el fin (13,1), aun a costa de la propia vida. Al traidor le ofrece su amistad hasta el último momento. El amor es más fuerte que el odio: es el amor fiel (1,14: amor y lealtad). Excluye toda violencia; Dios no se impone ni coacciona, es puro amor que se ofrece. No existe más juicio que el que el hombre da de sí mismo con sus opciones.


1 CORINTIOS 11,23-27.

 23Porque lo mismo que yo recibí y que venía del Señor os lo transmití a vosotros: que el Señor Jesús, la noche en que iban a entregarlo, cogió un pan, 24dio gracias, lo partió y dijo: "Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros; haced lo mismo en memoria mía", 25Después de cenar, hizo igual con la copa, diciendo: "Esta copa es la nueva alianza sellada con mi sangre; cada vez que bebáis, haced lo mismo en memoria mía".  26Y de hecho, cada vez que coméis de ese pan y bebéis de esa copa, proclamáis la muerte del Señor, hasta que el vuelva. 27Por consiguiente, el que come del pan o bebe de la copa del Señor sin darles su valor tendrá que responder del cuerpo y de la sangre del Señor.

EXPLICACIÓN.

Pablo describe la eucaristía de forma parecida a Mt y Mc (si se adopta el texto breve de Lc). Añade las palabras haced esto en memoria mía (24.25); la eucaristía renueva la memoria de la muerte del Señor para que los cristianos vuelvan a vincularse con ella, como han hecho en el bautismo (Rom 6,3), renunciando a los valores del mundo injusto. Ese compromiso renovado debe mantener en ellos el deseo de entrega en el amor mutuo. Quien no lo hace, desprecia el cuerpo y la sangre del Señor (23-27).

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