Durante el Concilio de Roma del año 745 el Papa san Zacarías leyó ante los cardenales y obispos una carta de Jesucristo que había caído del Cielo y que el arcángel san Miguel había recogido y entregado al obispo alemán Edelberto.
El cabecilla de la denominada Cruzada de los Niños, Pedro el Ermitaño (1050-1115) mostraba a sus seguidores una carta que Jesucristo le había entregado en el Santo Sepulcro de Jerusalén.
A Jacobo, Maestro de Hungría (1190-1215), organizador de la Cruzada de los Pastores le entregó la Virgen una carta que no lograba leer (no sabía arameo).
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