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| El pintor Adrien Moreau retrata en el cuadro Tras fa boda una tipica ceremonia nupcial del siglo XVI |
El
origen de esta costumbre se halla en la Roma clásica, donde las novias
se casaban con la misma túnica blanca que se ponían a diario, aunque
también usaban un velo color púrpura adornado con una corona de flores.
El
blanco, sin embargo, no perduró pues posteriormente varió según épocas y
regiones. En la Edad Media, sólo se ponían vestidos de novia las
mujeres de la realeza, pues ellas tenían los medios, y optaban a menudo
por el rojo bordeado de intenso color oro como símbolo de reafirmación
y poder.
La
ropa habitual y acaso un velo eran la única licencia que se podían
permitir las plebeyas en el día de su boda. Y lo mismo ocurrió durante
el Renacimiento, tiempo en que para las damas de abolengo no era el
color lo que contaba, sino el bordado a base de piedras preciosas,
perlas y diamantes.
En
el siglo XVIII, se pondrían de moda los colores pastel, y la
popularidad definitiva del blanco comenzaría en 1840, año en que tuvo
lugar la boda de la reina Victoria de Inglaterra con Alberto de
Sajonia-Coburgo-Gotha.
La
foto de la real pareja, con la soberana enfundada en el vestido blanco
que ella misma escogió, tuvo un enorme eco mundial y reinstauró la moda de dicho color. Así, el blanco vino a significar la pureza y la virginidad, valores que antes representaba el azul.



¿Creen que Franco siempre estuvo a partir un piñón con el Vaticano? Al principio sí, pero el enamoramiento duró sólo hasta la elección del cardenal Montini como el papa Pablo VI. En ese momento las relaciones entre Franco y el Vaticano se enfriaron hasta menos cero, y el origen del desencuentro se situó el 7 de junio de 1941, el día en que España firmó un acuerdo con la Santa Sede por el cual Franco señalaría con el dedo a los obispos españoles que el Vaticano debería nombrar. Pablo VI pidió al dictador que abandonara tal privilegio y Franco dijo que nones. Comenzó la guerra de los obispos. 





Nieves concostrina.



