El origen de la palabra "jabón" ("sapone" en italiano), procede, según la leyenda, del nombre del monte Sapo, situado en Roma. Hace siglos y según los rituales, era habitual practicar sacrificios de animales en lo alto de la montaña. A su vez, las mujeres de entonces acudían a la falda de la colina, regadas por las aguas del río Tíber, para lavar allí sus prendas. El río trasladaba hasta esa zona una sustancia formada por cenizas y grasas de animales que asociaron con la espuma y con los beneficios de la misma para lavar la colada.
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