JUAN ESLAVA GALÁN.
EL CATOLICISMO EXPLICADO A LAS OVEJAS.
No estamos seguros de que los israelitas sufrieran cautiverio en Egipto. Lo que está probado es que hacia -1550 los egipcios conquistaron Canaán e impusieron tributos a los diferentes pueblos que lo habitaban, entre ellos a los hapiru ("hebreos"). Cuando, cuatro siglos más tarde, los egipcios se retiraron de Canaán, dos pueblos de la zona ocuparon el vacío que dejaban: los israelitas en el interior y los filisteos en la costa. En el siglo -XI los filisteos intentaron ocupar las tierras de los israelitas, pero estos se unieron bajo el mando del caudillo Saúl y ofrecieron enconada resistencia. El rey David, sucesor de Saúl, ocupó Jerusalén en el año -1000 y constituyó un reino que derrotó finalmente a los filisteos.
Debido a su estrategica posición, en el centro de todas las rutas de caravanas que comerciaban en el llamado Fértil Creciente (Llamamos Fértil Creciente a la media luna formada por los territorios comprendidos entre los ríos Tigris y Éufrates, en Mesopotamia, y Nilo en Egipto. En este terreno florecieron las primeras ciudades y los primeros imperios de la Antigüedad. Canaán era también paso de caravanas de la península de Anatolia en el norte, y Arabia en el Sur) el reino de Israel progresó en manos de su hijo Salomón.
Salomón construyó el Jerusalén el primer Templo, centro de la religión judía, y allí estableció la morada de Dios, en el arca de la Alianza, un baúl chapado de oro que encerró en su cámara secreta, sin ventanas, el sanctasanctórum, en la que, una vez al año, entraba el sumo sacerdote acompañado de su sucesor para pronunciar en voz baja el Shem Shemaforash oGrandísimo Nombre, el nombre secreto de Yahvé que sólo estas dos personas conocían. El Shem es el Nombre que Él le había revelado en el Sinaí a Moisés. De esta manera, Israel renovaba anualmente su pacto con Dios.
Después de Salomón, los israelitas se dividieron en dos reinos al norte, Israel, con capital en Samaria; al sur, Judá, con capital en Jerusalén.
Entre -722 y -700, Asiria, nueva gran potencia procedente del valle del Tigris, en el centro de Iraq, conquistó los dos reinos, Israel y Judá.
Los asirios deportaron a parte de la población de Israel siguiendo su política con algunos pueblos vencidos, pero a Judá sólo le impusieron abrumadores tributos.
Un siglo después, en -612, una nueva potencia, Babilonia, derrocó a los asirios. El rey babilonio Nabucodonosor conquistó Judá, destruyó Jerusalén -incluido el templo de Salomón, la morada de Yahvé- y deportó a la población (cautividad en Babilonia). Fue un golpe difícil de encajar, porque venía a demostrar que Yahvé era inferior a otros dioses, o, por lo menos consentía que la profanación del sanctasanctórum de su Templo quedara impune. En esta destrucción debió de perecer la famosa arca de la Alianza, morada de Yahvé, que no vuelve a mencionarse en la Biblia. También es posible que, viéndolas venir, la pusieran a salvo. (Ahora inspira novelas y películas -En busca del arca perdida-. Los cristianos de Lalibela proclaman que la tienen en su santuario y le organizan una romería anual. Mientras tanto un arqueólogo americano algo visionario -o completamente pirado- la busca en el desierto de Israel.)
Desde entonces la historia de Israel fue una sucesión de desgracias. Los judíos no volvieron a recuperar su independencia hasta 1948, con la fundación del Estado de Israel. Primero estuvieron sometidos a otras grandes naciones de la zona: persas, tolomeos de Egipto, seléucidas de Siria, o romanos; después, dispersos por esos mundos.
En -539, los persas (un nuevo poder emergente) conquistan Babilonia y su imperio. Los persas permitieron que los judíos regresaran a su antiguo hogar (excepto diez de las doce tribus, que hoy siguen perdidas). De nuevo en casa, lo primero que hicieron los judíos fue reconstruir su templo de Jerusalén.
En -332 Alejandro Magno, joven rey de Macedonia (al norte de Grecia) conquistó el Imperio persa, pero murió joven y sus generales se lo repartieron. Egipto e Israel le correspondieron a Tolomeo, que fundó una nueva dinastía. De los tolomeos, Israel pasó a los seléucidas, otra dinastía con sede en Siria.
Uno de los monarcas seléucidas, Antíoco IV Epifanes, deseoso de helenizar a sus súbditos (o sea, domesticarlos y convertirlos a la cultura griega, más tolerante y abierta que la judía) profanó el templo de Jerusalén en -167. Nunca lo hiciera porque los suspicaces judíos se alzaron en armas bajo la dirección de los macabeos (una influyente familia de su nobleza) y recuperaron su independencia. La ilusión de constituir de nuevo un Estado les duró casi un siglo (entre -142 y -63) hasta que la poderosa Roma lo sujuzgó.
Roma era la superpotencia del siglo I. Había sometido a todos los pueblos mediterráneos, a unos como provincias de su Imperio y a otros como Estados satélites relativamente autónomos.
Bajo Roma, la antigua tierra de Israel se dividió en varios estados. En el mayor de ellos reinaba Herodes el Grande desde el año -37.
Cuando Herodes el Grande falleció el año -4, dejando a su pueblo más regocijado que pesaroso, sus posesiones se repartieron entre varios hijos suyos:
-Herodes Antipas (el que decapitó a san Juan Bautista) heredero de Galilea y Perea.
- Filipo heredó Auranítida, Panea, Gaulanítida y otras provincias del norte.
-Arquelao heredó Judea, Samaria e Idumea, aunque, debido a su mal gobierno, los romanos se la arrebataron diez años después para administrarla directamente por medio de un prefecto o gobernador, Poncio Pilato.
Poncio Pilato estaba subordinado al legado imperial en Siria, pero gozaba de cierta autonomía y podía dictar sentencias de muerte (ius gladii). Normalmente residía en Caesarea Marítima, la capital administrativa, en la costa, una ciudad más romana, pero en las grandes fiestas religiosas, especialmente en la Pascua, se trasladaba a Jerusalén para que los judíos no olvidaran quién mandaba allí. Pilato mantenía relaciones cordiales con el sumo sacerdote del templo, máxima autoridad religiosa de los judíos, al que permitía cierta autonomía en Jerusalén y su entorno.
El sumo sacerdote gobernaba con ayuda del Sanedrín, una curia asociada al templo. La mayoría de los ancianos del Sanedrín procedían de antiguas familias saduceas que vivían estupendamente del negocio religioso.
Los israelitas, que constituían la población mayoritaria en Judea, Galilea y demás territorios de la antigua Israel, profesaban una única religión, la judía, pero estaban divididos en diversos grupos y sectas religiosas y políticas: saduceos (los saduceos eran discípulos de Sadoc, erudito judíos del siglo -III que negaba la inmortalidad del alma, un dogma fundamental de los cristianos. Una vez quisieron enredar a Jesús con una pregunta capciosa: "Maestro, a ver si nos despejas una duda: una mujer que se ha casado de nuevo después de enviudar, ¿de quién será esposa cuando los muertos resuciten?" Jesús, sin inmutarse respondió: "Los resucitados no tendrán esposa ni marido, serán como ángeles del Cielo" -Mc 18,27; Mt 22,23). ¡Planchados los dejó! Esa argucia dialéctica se llama trampa saducea, la pregunta que no se hace con sincera voluntad de saber sino para que el interlocutor se perjudique tanto si responde en un sentido como en otro), fariseos (rigurosos observantes de la Ley), zelotes (independentistas exaltados) y otras sectas más puramente religiosas: bautistas, esenios, qumranitas...
Casi todos aspiraban a independizarse de Roma, aunque discrepaban sobre el procedimiento a seguir. Todos ellos ansiaban el cumplimiento de las antiguas profecías que prometían al advenimiento de un caudillo o Mesías que liberaría a Israel de los invasores y restauraría el Reino de Dios en los últimos tiempos y con él la paz y la armonía universales (se encuentra en los llamados libros proféticos, especialmente en el de Isaías). Muchos interpretaban, por diversas señales, que la llegada de estos últimos tiempos era inminente y que el Mesías liberador se manifestaría en cualquier momento. El caso era consolarse con la humillación, que ya duraba varios siglos, de que, Israel, siendo el "pueblo elegido" por Dios, estuviese siempre sometido a otros.
Jesús hablaba arameo, la lengua de Israel, emparentada con el hebreo. Es posible que también chapurreara algo de griego porque Galilea estaba muy helenizada (el helenismo era la cultura internacional de los dominadores romanos). En cuanto a la escritura, casi todos los hipercríticos coinciden en afirmar que Jerús era probablemente analfabeto, como la inmensa mayoría de sus contemporáneos.
En aquella encrucijada de culturas que era Israel, los judíos estaban familiarizados con las creencias de otros pueblos mediterráneos y orientales (religiones mistéricas persas, siríacas, egipcias, de Asia Menor, helénicas...) y con la filosofía gnóstica, casi una religión nacida de la confluencia del pensamiento y la religión.
Jesús tendría algún conocimiento de los cultos helenísticos y de sus iniciaciones mistéricas y gnósticas, que eran tema de conversación en ciertos ambientes. Los esenios, una secta judía, también mantenían su catequesis. Por su parte, san Juan Bautista iniciaba a sus seguidores bautizándolos en el Jordán.
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