Su primer período abarca desde 1032 hasta 1044. Llegó al trono de san Pedro gracias a las presiones de su padre, el conde Alberico III [http://pt.wikipedia.org/wiki/Alberico_III_de_T%C3%BAsculo], que poseía un gran poder en Roma. Al morir su benefactor, el emperador Conrado II [http://es.wikipedia.org/wiki/Conrado_II], perdió todos los apoyos con los que contaba y fue expulsado de Roma y en su lugar se nombró al obispo de Sabina.
Tres meses solamente duraría su segundo período (IV/V -1045). Tras expulsar por la fuerza al Papa reinante (Silvestre III) volvió a coronarse tan sólo por unos meses porque vendió su abdicación a favor del que sería Gregorio VI. Por dejar el papado recibió mil quinientas libras que pensaba utilizar para casarse.
Regresará a dirigir la Iglesia en una tercera ocasión (XI-1047/ VII1048). Consiguió de nuevo a la fuerza su puesto papal tras atacar Roma, lo que desató una gran pelea entre las familias más poderosas. Tras intentar varios meses acabar con las revueltas fue expulsado de Roma y del Papado y, aunque no cesó en su empeño de volver a apoderarse de su puesto, no lo llegó a conseguir.
Finalmente se hizo monje de San Basilio en la abadía de Grottaferrata. Allí acabaría sus días haciendo penitencia e intentando depurar así sus pecados y en ese mismo lugar reposará para siempre.
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