La severa y rigurosa abstinencia que antiguamente caracterizaba al período de Cuaresma introdujo entre los cristianos la costumbre de bendecir el sábado santo todos los huevos recogidos desde el miércoles de ceniza para repartirlos entre los amigos el día de Pascua. En algunos lugares se pintaban de rojo (en recuerdo a la sangre derramada por Jesús), amarillo y otros colores. En Francia la costumbre era presentar al rey después de la misa del Domingo de Resurrección cristiano unas pirámides de huevos dorados, que el monarca repartía entre la corte. En cuanto a la etimología del nombre hay quienes defienden que proviene de munus, que significa "regalo" en griego.
Durante varios siglos, en Cataluña, Valencia y Baleares, al llegar la Pascua, los pasteleros cocinaban unos bollos de harina, huevo y azúcar al horno, con uno o varios huevos duros incrustados en la superficie, que los padrinos regalaban a sus ahijados dándone el nombre de "mona de Pascua". Hoy en día el huevo y el roscón han sido reemplazados por figuras de chocolate que van desde el tradicional huevo a otras más imaginativas: auténticos primates, personajes de dibujos animados, jugadores de fútbol... ¡Y algunas pueden medir hasta dos metros de altura!
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